Por José Eugenio Hoyos
La Renovación Católica Carismática en “Algunos” lugares y
en “algunas Iglesias” y “Algunos Sacerdotes” no la han acogido ni apoyado como
se la merece, es una lástima que esta fuente y corriente ponderosa y efectiva
de Evangelización no la sepamos aprovechar y encauzar para que produzca y
multiplique grandes ganancias en nuestra propia Iglesia y en comunidades.
Da tristeza como entre los mismos Católicos nos
criticamos, porque hay libertad de espíritu, hay gozo y fiesta en la alabanza, espontaneidad
en la oración y fidelidad completa a la jerarquía.
En el encuentro mundial de Sacerdotes que tuvimos en Roma
con el
Papa Francisco, tuve la oportunidad de preguntarle a uno de los Cardenales del Vaticano su opinión y me dijo: “Es una lástima que hasta dentro de la Iglesia nosotros mismos desconozcamos la fuerza y la bendición que trae el Espíritu Santo.” Y esta es una gran verdad antes de criticar cualquier movimiento de la Iglesia debemos conocer sus fuentes.
Papa Francisco, tuve la oportunidad de preguntarle a uno de los Cardenales del Vaticano su opinión y me dijo: “Es una lástima que hasta dentro de la Iglesia nosotros mismos desconozcamos la fuerza y la bendición que trae el Espíritu Santo.” Y esta es una gran verdad antes de criticar cualquier movimiento de la Iglesia debemos conocer sus fuentes.
Cada Sacerdote cada creyente debe formar en la fe, y no
deformar la fe de sus ovejas con opiniones que dividen y que hacen que con sus
actividades negativas muchas personas no asisten a la Iglesia o engrosen las
secas evangélicas o los protestantes.
Números 11, 25-29 nos dice: “Ojala todo el pueblo del
Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor.”
Mc 9, 38-48 Lo dice todo: “El que escandalice a uno de
estos pequeños que creen más le valdría que le encajasen en el cuello una
piedra de molino y lo echasen al mar.” También nos dice la escritura: “No se lo
impidan porque uno que hace milagros en mi nombre no puede hablar mal de mí. El
que no está contra nosotros está a nuestro favor.
Debemos tomar conciencia de la unidad en Cristo, de
apoyar los movimientos de la Iglesia conocerlos y orar los unos por los otros
que quieren acercarse a Dios a través de los Grupos de Oración. Pues todo es y
se hace para la Gloria de Dios.
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