Por el Padre JOSÉ E. HOYOS | Para el Catholic Herald
Nuestra Diócesis de Arlington se ha estado preparando seriamente para vivir esta Cuaresma en oración, visitas al Santísimo, Horas Santas, retiros espirituales, frecuentando el sacramento de la penitencia y la Santa Eucaristía, ayunando y sobre todo siendo activos en las obras de misericordia.
Se siente en todas partes la fuerza de la oración, definitivamente somos una comunidad de gran fe. La Cuaresma sabiamente nos alerta a todos los católicos que las tentaciones están por todos lados, que vamos a ser atacados las 24 horas del día y que somos vulnerables.
Nuestra batalla diaria es contra el pecado, el pecado es una fuerza demoledora, destructora y que debilita el espíritu. Cada segundo de nuestras vidas nos encontramos rodeados por influencias negativas como por ejemplo las redes sociales cuando están son empleadas para el ocio o actividades pecaminosas, la pornografía, los vicios que maltratan el alma y el espíritu.
Santiago 1 14,15 “Cada uno es tentado por su propio deseo, que lo arrastra y lo seduce, el deseo concibe y da luz al pecado. El pecado crece y al final engendra la muerte!”
La tentación es engañosa y atrae a aquellos cristianos que sienten pereza al orar o a seguir las exigencias del Evangelio. Por eso recomiendo a todos los católicos que para evitar la tentación, la iglesia nos ofrece muchos métodos efectivos y poderosos de oración. Oración hablada y en silencio.
Cada día consagrarse al poder de la cruz. En esa cruz de Cristo han sido clavados nuestros pecados, con su sangre y llagas hemos sido liberados.
Al orar hay que pedir liberación, pues en la cruz de Cristo el enemigo queda desarmado (Col 2:15).
Hay que buscar en Dios que nos da la fortaleza y que nos alimenta en su cuerpo y con su sangre.
Sea un ejemplo de perseverancia en la oración para que su vida este protegida por el Espíritu Santo. “Y si el Espíritu Santo de aquel que levanto de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levanto de los muertos a Cristo Jesús vivificara también vuestros cuerpos mortales, por su Espíritu que mora en vosotros (Rom 8:11)
Hay que pedirle a Dios en cada día de la Cuaresma que nos ayude a ser disciplinados a cumplir con la caridad, a vivir el amor de los hermanos, de arrancar el rencor y el odio entre nosotros.
El Apóstol Juan nos dice “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del padre no está en él” (1 Jn 2:15).
El Beato Juan Pablo II quien próximamente será santificado afirmaba que “en la oración es donde aprendemos el misterio de Cristo y la sabiduría de la cruz”. En la oración nos fortalecemos para comenzar a caminar y llegar más pronto al reino prometido. La oración tiene un gran poder sanador, trae paz, consuelo y nos acerca más a Dios.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la Fe del hijo de Dios, el cual me amo y se entregó a si mismo por mi” (Gal 2:20).