Por Kelvin Saravia
No solo la
Renovación Carismática, ni la Iglesia Católica necesita más Sacerdotes
Carismáticos sino el mundo entero para que la Evangelización sea más efectiva.
No podemos
desconocer en ningún momento que las predicas de los Sacerdotes que no
participan activamente en la Renovación Carismática no son tan atrayentes y
atraigan a más fieles a los pies de Cristo. Claro que si por el solo hecho de
predicar el evangelio con amor en cada Eucaristía están realizando la obra de
Dios.
Pero con
urgencia debemos orar y animar más a los Sacerdotes que en su corazón viven la
espiritualidad Carismática a todas las naciones del mundo, a todas las culturas
y en todos los idiomas.
Jesús en sus
propias palabras nos dice: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra ¡Y como
desearía que ya estuviera ardiendo!” El fuego que Cristo vino a traer no es
nada menos que su propio amor que en realidad es el fuego de su ardiente
corazón. No podemos compartir este amor si no hemos sentido su calidez y su
fuerza de sanación.
Los
Sacerdotes Carismáticos deben predicar con el convencimiento de que en nuestras
Iglesias tenemos un Cristo vivo. Con el ardor y la fuerza que nos da el
Espíritu Santo.
El que cree,
aceptando el don de la fe, es transformado en una creatura nueva, recibe un
nuevo ser, un ser filial que se hace hijo en el hijo y es tocado y purificado
con el Fuego del Espíritu Santo.
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