Thursday, October 20, 2011

Cada ser humano es el espejo de Dios

Por el Rev. Jose Eugenio Hoyos

Nuestra soberbia humana nos lleva siempre por el camino equivocado en lo espiritual y también en nuestra existencia. Nos olvidamos de que dios nos creó y nos dio vida; que gracias a Él nos movemos, existimos y somos lo que somos. El espejo de Dios es cada rostro humano y la naturaleza con la inmensidad de su contenido y de manera especial tú mismo.

Negar a Dios después de tantas sanaciones de los centenares de milagros que vemos y escuchamos cada día seria de tontos, ciegos o despistados. Seria igualmente negarse uno mismo, sería materializar aquello que es imposible limitar y cosificar: el Espíritu. Dios es una realidad necesaria para quien lo crea y para quien no lo quiera creer.  El filósofo todavía en vida hacia esta afirmación: “Dios ha muerto” firma Nietzsche; y al morir el filósofo le colocaron este epitafio: “Nietzsche ha muerto (confirma Dios)”. Sin Dios, para quien hemos sido creados, somos como peces fuera del agua, si no experimentamos la agonía que padece el pez es únicamente porque matamos el dolor con infinidad de deseos y placeres y hasta problemas, que permitimos que ocupen nuestra mente, y suprimimos el deseo de Dios.

En este empeño de ocupar el lugar de Dios, de pretender demostrar su inexistencia, el ser humano ha intentado fabricarlo, lo cual a su vez es una contradicción, pues si Dios no existe no hay tampoco necesidad de substituirlo, y mucho menos de fabricarlo. Y en esta carrera dislocada de suplantar a Dios, fabricándolo y ocupando su lugar, el ser humano busca probarlo todo sin encontrarle sabor a nada, busca llenar los vacíos de una vida sin Dios y se choca con la aparición de otros vacíos mayores. ¿Por qué si siendo pasajero pretendes declárate eterno? ¿Por qué si eres imagen de Dios pretendes ocupar el lugar de Dios? ¿Por qué siendo criatura pretendes fabricar a tu Creador?

Luchemos por los inmigrantes, los que se quedan atrás en nuestra sociedad, los enfermos de cáncer y el SIDA, por los desplazados de sus hogares, por el fuerte invierno y las lluvias, ellos a pesar de sus dificultades todavía creen en Dios.

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