Por José
Eugenio Hoyos
“Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su
fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las
maniobras del diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a
los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus
y fuerzas malas del mundo de arriba” (Efesios 6:10-12).
Todos los que formamos parte de este mundo necesitamos de una
u otra forma experimentar la sanación y la liberación divina.
Cada persona creada por Dios en este planeta es y ha sido
bombardeado(a) por los coqueteos y engaños del demonio. Cada segundo un ser
humano es atado y tentado por el mal.
Encontramos familiares, amigos y miembros de nuestra Iglesia,
movimientos eclesiales y grupos de oración personas que arrastran grandes
heridas en sus vidas y que por la falta de un acercamiento sincero a la
presencia de Jesús o por falta de una vida saludable Sacramental sus
necesidades y agotamiento son cada vez más profundas y apremiantes.
De esta manera se convierten en golpes violentos que sacuden
a nuestro interior y nos llevan a la agonía existencial y muerte espiritual
como por ejemplo: Miedos, rencores, amargura, tristeza, odio, rechazo, bajo
estima, y todo tipo de recuerdo que nos trae dolor y decaimiento espiritual.
Por eso la Renovación Carismática tiene una espiritualidad
que proyecta sanación, unción y liberación. Las oraciones y alabanzas dentro de
los grupos de oración brindan fortaleza, apoyo y suben el Espíritu para sentir
la fuerza del Espíritu Santo
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