Por José
Eugenio Hoyos
Es muy saludable que en cada Diócesis existan los ministerios
de sanación, intercesión y liberación para que asistan en oración a los Párrocos
y a la Iglesia en general.
Siempre recomiendo basado en mi experiencia personal como
asesor de la Renovación Carismática y como Predicador Internacional sobre la
importancia de estos ministerios que deben tener una formación continua y
profunda, asesorada directamente por los Sacerdotes. Estos ministerios llevan
una pastoral seria, con servidores comprometidos que amen la Iglesia, asiduos a
los Sacramentos, humildes y obedientes a la Jerarquía.
Todo servidor sobretodo que pertenece a la RCC debe tener en
cuenta que al orar el que sana y libera es Jesús: “Donde hay dos o tres
reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos” (MT 18, 20).
La imposición de manos al pedir por una sanación interior hay
que invocar primero la sangre y las llagas de Cristo, la invocación profunda
del Espíritu Santo, tanto en la persona que pide la oración para obtener la
ayuda necesaria y sobrenatural de Dios.
La oración interior o de liberación es una oración Carismática,
con la ayuda de aquellos carismas que el Espíritu Santo quiere derramar
libremente como respuesta a las necesidades de los hermanos(as).
En docilidad al espíritu la oración puede llevarnos hacia una
oración de liberación, consolación o a la conversión.
Debemos entender que el Evangelio de Cristo puede curarnos no
solo físicamente sino también interiormente, psicológicamente, emocionalmente y
espiritualmente.
El ministerio de sanación interior ayuda mucho a superar las
dificultades que aparecen, a lo largo de nuestras vidas.
Dios en su sabiduría y preocupación por cada uno, conoce el
momento más indicado y la gradualidad con la que se debe orar por sanación interior
y liberación.
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