Por José Eugenio Hoyos
El origen de la Renovación Carismática Católica está en la
Misericordia de Dios y ha brotado del costado de Cristo.
Los Carismáticos experimentamos en todo momento que la fuente
donde brota la sangre de Cristo nunca se agota pues de allí el Espíritu Santo
incasablemente trabaja para dar a los creyentes sanaciones, liberaciones y
producir milagros.
Recordemos que casi siempre que Jesús se refiere a la
misericordia como virtud humana la hace llamando bienaventurados a los que de
una o otra manera la practican.
Y sin equivocarme Jesús también llamaría a todos los
servidores de la RCC como bienaventurados pues sus oraciones, trabajo pastoral
y social son grandes y maravillosas muestras de la misericordia de Jesús. Lo que
Dios pide a los creyentes, a los Católicos, a los Carismáticos es servir con
amor y orar con pasión sin desanimarse jamás.
Y el amor todo lo ablanda y lo hace posible. Reclama misericordia
que no es otra cosa que bondad no merecida y que debemos practicarla como un mandamiento
de Dios, que nos trae enormes beneficios. El Señor Jesús nos recuerda a los Carismáticos:
“Sed pues, misericordiosos como también vuestro padre es misericordioso” (Lucas
6, 36).
Cada Carismático no puede olvidar que las obras de
misericordia son las mejores herramientas para ejercer una efectiva Evangelización
y para vivir unidos a través de nuestros hermanos.
Donde hay misericordia hay riqueza, donde hay oración y fe
hay sanaciones y milagros.
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