Por José
Eugenio Hoyos
A través
de tantos años que llevo en el ministerio de sanación gran regalo que me ha
dado Dios he probado y comprobado una y otra vez que asiste a una Misa de Sanación
o a una Adoración Eucarística debe creer que es el mismo Cristo que si la va a
sanar.
En el
convencimiento del Poder de Dios es donde está la sanación.
En el
ministerio de sanación, si bien la fe del que ora es importante, en última
estancia, la fe que sana, libera y fortalece es la fe en la Misericordia de
Dios.
Por ejemplo
cuando oro por los enfermos de cáncer o por otro tipo de enfermedades yo no
creo solo en mi fe, sino en Dios y en su poder sanador. Creo en la fidelidad de
mi Dios que ha prometido escuchar la oración humilde, sencilla, confiada y
perseverante. ¡Dios es fiel y cumple sus promesas! Creo en el poder de mi Dios
para quien todo es posible. Dios todo lo puede.
Pudo
sanar los paralíticos y a los leprosos; pudo devolver la vista a los ciegos y
la audición a los sordos: pudo resucitar a los muertos y ¿No va a poder sanar a
este enfermo por quien yo estoy orando? ¡Dios todo lo puede! Pensar lo
contrario sería delimitar su poder infinito.
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