Por Rev. Jose Eugenio Hoyos
El movimiento de la Renovación Carismática está desarrollando un maravilloso trabajo pastoral y Evangelizador en las diferentes partes del mundo Católico. Los grupos de Oración con una adecuada y firme formación doctrinal de la Iglesia son de suma importancia para vivir y practicar el Evangelio de Cristo.
El movimiento de la Renovación Carismática está desarrollando un maravilloso trabajo pastoral y Evangelizador en las diferentes partes del mundo Católico. Los grupos de Oración con una adecuada y firme formación doctrinal de la Iglesia son de suma importancia para vivir y practicar el Evangelio de Cristo.
La verdad de las Sagradas Escrituras están abriendo nuevos
horizontes espirituales, nunca antes conocidos. El Espíritu Santo se está
manifestando con sus carismas y dones de maneras variadas enriqueciendo a los
creyentes y a sus respectivas familias.
Jesús pidió a su padre que fuéramos consagrados por la verdad
(Juan 17,7) él mismo es esa verdad, mensaje del padre, pues la palabra viva que
proclama: “así vive un hijo de Dios” sus palabras y ejemplos nos enseñan a
vivir aunque sea una verdad difícil de entender y aceptar: debemos vivir
pobremente llevando una cruz.
El carismático si quiere ver resultados y producir frutos
tiene que prestar un servicio desinteresadamente a los demás, tenemos que ser
humildes y morir a nosotros mismos. Un buen Carismático del siglo XXI debe ser
obediente con sentimiento Cristiano y abandonado totalmente a la voluntad del
padre.
San Pablo nos dice: “aún más, a nada le concedo valor, si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi señor (Fil 3,8)
Cada Carismático debe ser responsable y perseverante en la
Oración y nunca olvidar que en sus manos se les ha dado la medicina del
Espíritu Santo” para que en el nombre de Cristo pueda ejercer la Sanación y
liberación y así orgullosamente sentir y proclamar que estamos ¡Bendecidos,
Encendidos y en Victoria!
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