Por Rev. Jose Eugenio Hoyos
Maravilloso ha sido el poder sanador de Cristo, él sigue
demostrando su sanación y su compasión a todos los que abrimos el corazón y nos
entregamos a él.En uno de los eventos nos presentaron un niño minusválido para que oráramos por él, pues se encontraba casi en estado vegetal, su nombre Luis Arcadio de 11 años de edad, en ese momento le pedí a toda la comunidad allí presente que dirigiéramos las manos sobre el niño, invocáramos la sangre y las llagas de Cristo en ese instante todo un pueblo empezó a Orar y hermosamente el auditorio se estremeció entre oraciones y el don de lenguas. Fue un momento impactante que nunca vamos a olvidar, en ese instante el niño empezó para sorpresa de todos a mover sus manos y a dirigir la mirada para todos los lados, un mes más tarde los organizadores nos enviaron un documento donde se nos informaba que el niño ya también empezaba a dar muestras de vida en sus piernas y en su lengua.
Y todo esto para dar gloria al poder de Dios y anunciar una
vez más que la Oración tiene un gran poder sanador como nos dice San Lucas 4,
16-19: “El Espíritu del señor esta sobre mí, porque me ha ungido: para dar
buenas noticias a los pobres, para sanar a los afligidos del corazón; para
anunciar a los presos la libertad; para dar vista a los ciegos; para poner en
libertad a los oprimidos”.
La Fe nos asegura que en el camino de Cristo esta la
verdadera felicidad, que la salud completa la lograremos en la medida que
imitemos su estilo de vida y no el que el mundo nos presenta lleno de fantasías.
Con Cristo todo es real y puro ¡El único que sana y libera es Jesús!
Cada testimonio de sanación es debido a la multiplicación de
oraciones que nos lleva a la conversión y entrega a Cristo.
Por eso siempre digo Sanados “setenta veces siete” y “Bendecidos,
encendidos, sanados y en victoria”. ¡Amen!