Thursday, September 22, 2011

¿Realmente me amas?



Por José E. Hoyos
Cuantas veces le decimos a Dios que le amamos, pero es solo de labios hacia afuera, no hay mucha sinceridad. Si realmente amamos a Cristo entonces hay que visitarlo con frecuencia frente al Santísimo Sacramento. Asistir a Misa y recibir los Sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Comunión, orar más y rezar con entusiasmo y devoción el Santo Rosario.

La pregunta que nos hace hoy en día Jesús a cada uno de nosotros es la misma pregunta que le hizo Jesús a Pedro: “Pedro, ¿me amas?” (Juan 21:16). Nuestro Señor pregunto a Pedro si amaba su persona. NO le pregunto si amaba el Reino de Dios, o al pueblo de Dios. Empieza y termina con su amor al hijo de Dios. Cuantas veces y nos quedamos callados. “Pedro, ¿me amas?” Pedro, un poco desconcertado vuelve a contestar, tu sabes que te amo. Pedro, “¿me amas? “ a la tercera vez Pedro comprende que el Señor no le está preguntando simplemente sobre un aprecio natural hacia un maestro o amigo, sino de una entrega total de tu cuerpo, alma y espíritu a Dios. Hoy Jesús con sus palabras vuelve a tocar las fibras más íntimas del corazón de Pedro, y después de una reflexión de su vida y su corazón Pedro exclama: Señor, Tú sabes las cosas, Tú sabes que te amo.

Al final de los días, Pedro fue condenado a morir como Jesús, ido ser crucificado con la cabeza hacia abajo, dando la gloria suprema con su vida y con su muerte al Señor. Esta es una invitación a que te unas a servir a Cristo y a su Iglesia. Debemos ser sinceros con Cristo cuando Jesús nos haga alguna pregunta mirémoslo a los ojos y después de contestarle hay que seguirle hasta el final. El Espíritu Santo nos hace tomar conciencia de nuestra pertenencia a Cristo, por encima de cualquier movimiento o asociación. Toda división es mutilación de los miembros del Cuerpo de Cristo.

Estamos enamorados de Cristo cuando deseamos pasar ratos con El. Cuando ya no podemos entrar en nuestra vida sin Él. Cuando deseamos que Él crezca en nosotros, cuando lo tenemos presente en nuestras decisiones. Entonces Jesucristo es Dios en nuestra vida, y no un pequeño ídolo al cual manipulando según nuestros gustos. Si Jesucristo nos preguntara por tres veces: ¿me amas? ¿Cuál sería nuestra respuesta?

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