Dentro de
nuestra pastoral y de la Evangelización que por muchos años llevamos
desarrollando con nuestra comunidad hispana dentro de la Diócesis de Arlington,
con frecuencia escuchamos la pregunta: ¿Por qué los católicos adoramos las
imágenes? Si está prohibido en las Sagradas Escrituras pero lo primero que hay
que celebrar es que dentro de la Iglesia no adoramos imágenes, sino que las
veneramos que es totalmente diferente.
Nuestra laborar
pastoral es urgente dentro de la Nueva Evangelización, pues el acoso de las
sectas evangélicas se intensifica para confundir a nuestra gente católica,
especialmente a nuestros feligreses que provienen de lugares donde la formación
doctrinal ha sido deficiente y los protestantes utilizan el tema de las
imágenes como su caballo de batalla.
Para enfrentar
el problema con seriedad, no basta citar algunos textos bíblicos, donde se dice
que se puede tener imagines (Ex 25, 18; Núm. 21, 8; Jueces 17, 4-5, 1 Reyes 6,
23-35, 35-51). Hay que ir aclarando que existe una enorme diferencia entre la
Virgen y la imagen de la Virgen, San Antonio y la imagen de San Antonio, el
niño Dios y la imagen del niño Dios. Los objetos que la Iglesia persigue al
fomentar las representaciones religiosas es:
1. El
establecimiento de la Casa de Dios.
2. La
enseñanza y edificación de los fieles.
En efecto, una representación
gráfica tiene mucho que decirnos. Debe instruirnos, conmovernos y mejorarnos. Además,
es importante recordar a los fieles que la veneración que tributamos a las
imágenes, no va dirigida a ellas en sí,
sino a las personas representadas. Definitivamente los católicos veneramos las
imágenes porque nos ayudan a acordarnos de Jesucristo, de los santos y la
Virgen María, es decir no damos culto ni ofrecemos sacrificios humanos, ni de
animales, a la madera, al metal, al yeso o al cartón, sino a la persona allí
representada que nos ayuda o intercede desde el cielo.
Es lo mismo que
sucede cuando le damos un beso a la foto de alguien muy querido: no estamos
besando al papel, ni adoramos esa foto, simplemente es un acto de simpatía, de
cariño que le queremos dar a la persona ausente que vemos en esa imagen. Las imágenes
no son nunca adoradas en la Iglesia Católica como si fueran dioses. Venerar: es
respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes,
o por lo que representa. Adorar: es reverenciar con sumo honor o respeto aun
ser considerándolo como cosa divina.