Monday, January 30, 2017

EL AMOR Y LA SOLIDARIDAD DE UN INMIGRANTE


Por Rev. José Eugenio Hoyos





Ya tenemos en los Estados Unidos un nuevo presidente y nuestra comunidad inmigrante debe darle gracias a Dios por darnos la oportunidad de vivir en esta gran nación que ha abierto las puertas para que millones de familias podamos vivir en paz, tener un trabajo digno, tener la oportunidad que nuestros niños (as) y jóvenes tenga un derecho para ir a las escuelas. En todo momento, debemos dar gracias a Dios porque somos parte de una Iglesia Católica que nos apoya y nos protege.

Este 2017, debe ser un año dedicado más a la oración, a la penitencia, a la solidaridad y a estar más unidos como familias hispanoparlantes. Aunque sea un año difícil, no podemos perder la esperanza de que a pesar de temores o miedos por las leyes de inmigración, Dios siempre estará de nuestro lado.





La Madre Teresa de Calcuta contaba con emoción lo que pasó en un campo de refugiados con un inmigrante que la saludó y le dijo: “Madre Teresa, a usted todo el mundo la quiere y le da algo. También yo le quiero dar algo, todo lo que tengo”. Aquel día dicho refugiado no había recibido en ese lugar más que un pedazo de pan duro y se lo entregó diciendo: “¡Acéptelo, Madre, para sus pobres!”. “Sentí en mi corazón que me había dado más que en el Premio Nobel. Me ofreció todo lo que tenía. Sí, nadie le dio más, aquella noche aquel buen hombre se acostó satisfecho y feliz porque había ayudado a otros que estarían peor que el”.





Por eso si quieres que la justicia social sea el sol que alumbre un amanecer de paz, comparte con largueza. No se trata de dar lo que sobra, hay que ir más allá. Se deja de combatir si se sabe compartir. ¿Cuantos gastos y derroche de dinero que vemos en una inauguración presidencial, en una boda o en una quinceañera? En vez de invertir y colaborar con caridades católicas o en programas de beneficencia.

La paz es la justicia social. Dios está más cerca de los inmigrantes en los Estados Unidos. Con Cristo a nuestro lado no hay que tener miedo. En toda circunstancia defendamos la vida, pues todo ser humano es precioso ante los ojos de Dios.

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